NO HAY COSA MÁS (in)HUMANA QUE UNA ORGANIZACIÓN. Un espacio repleto de personas da mucho juego. Cada vez que trabajo en una recibo idénticos comentarios: No sabes dónde te has metido, es que aquí las cosas no son lo que parecen. Todas se consideran diferentes, especiales, raras, complicadas, para dar de comer aparte.
Aunque las empresas son únicas, afrontan problemas idénticos que requieren, eso sí, soluciones específicas. Y hay un rasgo que distingue a las mejores: la manera en que entienden su singularidad, afrontan sus problemas y dirigen sus soluciones. Y he conocido unas cuantas.
Tres aspectos deben trabajarse para la mejora y desarrollo de una organización: las personas, los espacios de trabajo y el lenguaje organizativo. Y en ellos pongo el foco. ¿Cómo? Facilitando que las personas vivan experiencias de aprendizaje, diseñando espacios de ocurrencia de la conducta resolutiva y ordenando con el lenguaje la actividad profesional.
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