_MG_0070¿Es el talento una cualidad que se detecta, es decir, algo que el sujeto trae, o es más bien algo que se le atribuye? ¿Es el talento una característica de todos o una virtud de pocos? ¿Podemos hablar de talento cuando quizá de lo que debiéramos hablar es de valía? ¿Es el talento una cualidad que debe definirse en base al beneficio que proporciona a la organización o debemos situarlo como virtud e instinto de hacer las cosas mejor y mejorar que toda persona, quizá, dispone?

Sospecho que en las organizaciones el talento nace en la mente de la dirigencia y habita en quienes son considerados talentosos hasta que la cosa cambia y se les despoja de ese talismán que los aupó por un instante al estrellato.

El talento, al igual que les ocurre a otras palabras en cuanto toman contacto con el medio organizacional, se corrompe e inicia un camino de inciertas y, en ocasiones, desastrosas consecuencias. He visto talentos que asustan, talentos abocados al desarrollo del negocio y que precipitaron su desmantelamiento, talentos amateur que se sintieron diferentes y lo fueron por pusilánimes y obedientes hasta extremos exasperantes, talentos que construyeron su carrera destruyendo la de los demás. Hay tiroteos en las empresas que no dejan rastro…

El tipo de empresa, el tipo de resultado a obtener, el estilo de liderazgo imperante, el modelo de clasificación del talento y el perfil requerido son aspectos que están detrás de los despropósitos que se producen en las organizaciones a la hora de elaborar la fatídica lista de talentos.

¿Qué ocurriría si abordásemos este asunto desde una posición en la que las personas fueran consideradas a priori como seres inteligentes, creativos, flexibles, autónomos y con tendencia a hacer las cosas mejor y mejorar? Les invito a descubrirlo.